CERRAR

Caza

Mi primer ciervo colorado

Relato de hace tres décadas

Autor: Viva Mariano Marcelo

Fecha publicación: 12/08/2013

Corría 1981, hace 32 años atrás por esos años yo era un adolecente que estaba haciendo mis primeros pasos en esta actividad tan apasionante que es la caza mayor.

Mi padre hoy fallecido me comentó que había conseguido un permiso en un campo a unos kilómetros de General Acha donde se encontraban muy buenos ciervos colorados. Por supuesto que era un campo abierto ya que en La Pampa en esos años prácticamente no existían los cotos de caza.

Estos hermosos animales herbívoros que forman grupos en función de su edad y altura. Las hembras viven en manadas de decenas de ejemplares con sus crías mas jóvenes, mientras que los machos se mueven en forma solitaria o en grupos mas reducidos de menos de 5 individuos. Solo se acercan a las hembras en la época de celo entre marzo y abril.

Acá en el hemisferio sur, momento en que comienzan a luchar con otros machos por el control de un harem. Para ello los cuernos se han desarrollado adquiriendo mayor tamaño, tanto en longitud como en número de puntas en su cornamenta a medida que avanza la edad del ejemplar. Durante toda la época de reproducción, los machos no se alimentan o lo hacen muy poco y pasan todo el día luchando o están con las hembras que se hayan ganado.

La mala alimentación suele afectar a individuos jóvenes que suelen terminar sin reproducirse, derrotados por animales de mayor edad y fuerza. Tras la época de celo, los machos abandonan normalmente la manada conquistada aunque algunos se quedan en ella durante esa temporada. Las hembras preñadas dan a luz un animal 8 meses después. Las crías pueden levantarse y seguir a su madre al poco de nacer, pero ella suele esconderlos en el monte o en la vegetación alta y acuden regularmente para amamantarlos cosa que suelen hacer hasta los tres meses de edad.

A los dos años las hembras ya son adultas mientras que los machos alcanzan la madurez a los tres años pero tardaran unos años más en vencer la resistencia de los veteranos y aparearse.

Esta historia apasionante del ciervo colorado atrae a cualquier amante de la caza mayor. por todos estos motivos no nos podíamos perder la gran oportunidad de probar suerte para obtener un buen trofeo.

Partimos de Mar del plata muy entusiasmados, a las pocas horas estábamos en General Acha, Provincia de La Pampa y luego de unos kilómetros más de recorrido llegamos al establecimiento ganadero, donde nos recibieron muy bien. Recuerdo que los dueños eran una familia muy grande y muy atenta.

Esa noche nos fuimos a dormir y al otro día nos preparamos para apostarnos en una de las bebidas de la estancia, de noche con luna, ya que la recomendación del dueño esta era la mejor opción. La primera noche partimos hacia la zona de cacería, acomodamos la camioneta camuflada con la cúpula que usaríamos de apostadero a 40 metros de la bebida, que estaba junto a un tanque australiano.

Llegó la noche y con buena luna acomodamos los fusiles y la larga espera comenzó, a eso de las dos de la madrugada arriba del terraplén del tanque apareció un ejemplar realmente grande, mi padre me hizo una seña diciendo tirá vos. Agarré el fusil Sako 7 milímetros Remingnton Magnum y con una mira telescópica Redfield apunté. Cuando estaba por apretar la cola del disparador el ciervo se tiró dentro del tanque australiano que tenía unos 20 centímetros de agua. Quedamos los dos sorprendidos por la actitud del animal para beber, que no me daba tiro por que apenas se le veía la cabeza y parte del cuello.

El ciervo salió muy rápidamente del tanque ,se internó en el monte y desapareció, perdiendo esa noche mi primer gran oportunidad de cazar un buen trofeo de ciervo colorado. Nos volvimos al casco de la estancia muy avanzada la madrugada casi al amanecer.

Al otro día el dueño del campo nos recomendó otra bebida donde bajaba uno muy grande a tomar agua, partimos al atardecer, acomodamos la camioneta junto al monte como verán en la foto, y la aguada estaba a menos de 50 metros de distancia. Nos preparamos nuevamente y el silencio de la noche con la luna y la compañía de mi padre creaban una gran expectativa en mi, que era un novato en la caza mayor.

A eso de la una, apareció una silueta que empezó a beber, recuerdo que mi padre me dijo "es bueno, tirale", encaré nuevamente el fusil Sako 7 mm y suavemente apreté la cola del disparador. El estruendo me sorprendió, escuché la voz de mi viejo que decía "le pegaste".

Bajamos y lo buscamos en los pajonales lindantes a la bebida y con la linterna lo encontramos. Era un 12 puntas muy grueso, nos abrazamos y para mi fue una emoción que no se pude expresar. Había cazado un buen trofeo, regresamos a Mar del Plata y hoy después de 32 años me queda este lindo recuerdo que en lo personal, que nunca podré olvidar.

Viva Mariano Marcelo

DNI 16.473.696

Últimos 10 artículos publicados por el mismo autor: